Dice un dicho japonés que “si no puedes ir a París, vete a Kobe”. Esta ciudad costera del sur es la meca de la moda en Japón y una de sus ciudades más cosmopolitas. Insertada en la bahía de Osaka, con la impresionante cordillera Rokkō como telón de fondo, Kobe es también famosa por su carne de res de Kobe y por sus Arima Onsen (aguas termales) terapéuticas y es un imán para muchos de los japoneses que buscan un refugio tranquilo frente al ritmo implacable del mundo corporativo japonés.

Hasta su devastación en el gran terremoto Han shin de 1995, Kobe, como Nagasaki y Yokohama, gozaba de uno de los puertos más ajetreados. Hoy día, el puerto es el cuarto más activo de Japón y ha propiciado que más de cien empresas multinacionales sitúen aquí sus sedes japonesas o del este asiático.

La influencia extranjera que trae consigo el comercio es evidente en las áreas de la ciudad de influencia europea, tales como las calles sinuosas y los cafés del Distrito de Kitano y del Barrio Chino, el segundo más grande de Japón. Hoy día, la ciudad presume de una próspera comunidad extranjera. En general, la región es muy pudiente; los ingresos de los residentes en la cercana Ashiya son los mayores per cápita del país, lo que le ha valido al distrito el sobrenombre de “la Beverly Hills de Japón”.

Aquí encontrará una cultura del negocio boyante dentro de un entorno construido relativamente equilibrado. Las vistas impresionantes han llevado a muchos a comparar Kobe con San Francisco. La ciudad tiene además una de las mejores aguas potables de Japón. Una de las visiones más inesperadas que se pueden ver en Kobe es la de los rebaños de jabalíes salvajes deambulando por las calles, ajenos a los coches y los peatones. Unos inviernos más suaves, consecuencia del calentamiento global, han prolongado la temporada de apareamiento de jabalíes y ciervos, cuyo número está empezando a crecer.

En una de las regiones del mundo más densamente pobladas, el fácil acceso de Kobe a la naturaleza le da un aire despejado, mientras que su arraigada comunidad internacional da a la antigua y esotérica cultura de esta ciudad una reconfortante familiaridad.