Brisbane, la Ciudad Fluvial, está situada en la mitad superior de la abrasadora Costa Este australiana. Su historia se remonta a 1824 cuando se estableció allí una colonia penal en la fértil curva del río Brisbane. Resguardada tras un cinturón de manglares, Brisbane es la única ciudad de la Costa Este sin acceso directo a una playa.

Hoy, el legado británico continúa en forma de arquitectura de estilo europeo, oculta entre los rascacielos de la ciudad. Este moderno centro urbano fue hace poco calificado (por la consultora Jones Lang LaSalle) como la ciudad con mayor crecimiento mundial en términos de PIB hasta 2020, debido a su población en aumento (que crece en más de 100.000 habitantes cada año) y las oportunidades de inversión locales.

Tras el exterior elegante y moderno de la ciudad existe una comunidad relajada y de trato fácil. Brisbane es un núcleo agradable que combina una próspera cultura empresarial con un efervescente gusto por las cafeterías y el arte.

La ciudad suele sufrir cambios meteorológicos extremos, como grandes mareas, tormentas de verano y las inundaciones que estas provocan. En respuesta a ellos se ha desarrollado un fuerte sentido de comunidad, y la ciudad ha adoptado varias medidas de adaptación para soportar estos sucesos meteorológicos.