En la confluencia de los todopoderosos ríos Rangún y Bago se levanta la mayor ciudad de Myanmar (antes Birmania) y la que fuera su antigua capital. La ciudad colonial británica de Yangón (Rangún) de finales del siglo XIX tenía parques, lagos, infraestructuras y edificios que recordaban a Londres y que le valieron el apodo de “Ciudad Jardín del Oriente”. Pero las infraestructuras originales hace mucho tiempo que se deterioraron y a pesar de que el casco histórico de la ciudad rebosa de edificios medio en ruinas fin de siècle, la mayor parte de ellos fueron demolidos para dejar sitio a las altas torres y los grandes centros comerciales de hoy día. En 2008 un fuerte ciclón destruyó más del 75% de las infraestructuras de la ciudad.

Moverse por Rangún es fácil y uno puede hacerlo en taxi, en rickshaw o en ferry. Pero si se quiere ser puntual en el trabajo es recomendable negociar un coche junto con el paquete de traslado de la empresa. Las tardes y noches que se prefiera salir a caminar hay que ir atentos al suelo ya que suele ser desigual y estar lleno de agujeros.

A pesar de la pobreza que impera en el lugar, Rangún es una de las grandes ciudades de Asia más seguras. Sigue siendo la ciudad más poblada y con mayor diversidad étnica de Birmania y en ella conviven amplias comunidades sud-asiáticas, chinas e indias. Del espectro de religiones que se practican aquí, el budismo es sin duda la más practicada. Se tolera por tanto el alcohol, aunque es un producto muy caro. Por otra parte, comer fuera es muy barato y Rangún tiene un surtido más que decente de restaurantes.

El birmano es el idioma más habitual, pero el inglés como segundo idioma es lo habitual. En cualquier caso, saberse unas cuantas frases en el idioma local será muy bien recibido al igual que respetar una serie de normas sociales. Gestos sencillos como el de sujetarse el codo cuando se da la mano o usar las dos manos para dar o recibir objetos son ambos señales de respeto.

A los expatriados les gustará saber que a pesar de la dura censura local se puede acceder a la televisión y películas del extranjero a través de Internet y de las cadenas por satélite aunque haya que pagar un buen precio por ello. Al igual que el acceso a Internet, los medios de comunicación extranjeros son limitados, pero están disponibles. La infraestructura de sanidad es bastante deficiente, así que los que necesitan tratamientos especializados acaban por volar a Singapur, Tailandia o Malasia. Del mismo modo, la disponibilidad de los productos occidentales es limitada, así que es recomendable hacer un buen acopio durante los viajes al extranjero de alimentos especializados.